Dédalo e Icaro


1-. Presentar a la pareja y contar su historia.

- Dédalo era el arquitecto, artesano e inventor muy hábil que vivía en Atenas. Aprendió su arte de la misma diosa Atenea. Era famoso por construir el laberinto de Creta e inventar naves que navegaban bajo el mar. Se casó con una mujer de Creta, Ariadna y tuvo dos hijos llamados Ícaro y Yápige.

- Icaro se conoce a veces como el inventor del trabajo en madera. Es hijo de Dédalo, genio de la antigüedad que le mostró a Ariadna cómo Teseo podía encontrar el camino en el laberinto de Minos, donde se encontraba el Minotauro (monstruo con cuerpo de toro y cabeza de hombre).

- Resumen del mito: La historia de Ícaro y Dédalo es una de las aventuras más memorables de toda la leyenda griega. El rey Minos de Creta encarga a Dédalo, un arquitecto, que construya un laberinto masivo para aprisionar al minotauro, mitad hombre, mitad toro. Pero cuando el héroe Teseo se enamora de la hija del Rey, Dédalo ayuda al guerrero a navegar por el laberinto para matar al monstruo. Cuando el Rey se entera, destierra a Dédalo, junto con su hijo Ícaro, al centro del laberinto. Dédalo aplica su habilidad como inventor para construir alas de cera para que puedan escapar, pero mostrando su valentía, Ícaro despega con las alas. Sin embargo, cuando vuela demasiado cerca del sol, las alas se derriten. El pobre Ícaro cae muerto.

 2-. Aportar la fuente principal del mito.

La 'Leyenda de Ícaro' es una historia de la mitología griega muy conocida. El relato nos ayuda a reflexionar sobre numerosos temas. Entre ellos, el de la ambición de los hombres, la obediencia a los padres y el importante valor de la responsabilidad.

3-. Influencia de la trágica historia de amor en la literatura y el arte posteriores.

Muchas veces al sentir fama nos creemos dioses olvidamos nuestra condición humana, deseamos volar por encima de los "otros" la sociedad, pilar nos ayudó y ayuda a crecer con basamento profundo y desintegrados la condenamos al olvido, volviéndonos orgullosos y distantes hacia el compañero, vemos la paja y olvidamos la viga. Y la sensibilidad que decidimos tener.








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